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lolalone
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Proyecto: http://platohedro.blogspot.com/2010/08/ ... ccion.html

Legalización de la producción, distribución y consumo de drogas.


Presentado por Frank David Bedoya Muñoz
—actual miembro de la Comisión de Ética y Garantías del PDA en Antioquia
— al Seminario Regional del PDA en el Departamento de Antioquia.

San Jerónimo – 28 y 29 de agosto de 2010.

* * *

Presentación general

Respecto de una política nacional de drogas el Ideario de Unidad del PDA declara lo siguiente:

“De manera responsable, soberana y autónoma, desarrollaremos una política contra los estupefacientes y su tráfico, acorde con los intereses de la nación y de sus gentes.

Con respecto a la producción, suspenderemos las fumigaciones, impulsaremos alternativas de desarrollo concertadas con las comunidades implicadas, a través de un proceso gradual de sustitución de cultivos ilícitos y sin criminalizar a los pequeños productores. Sobre el tráfico y el procesamiento se buscarán acuerdos en los que la comunidad internacional se fije tareas de cumplimiento de metas específicas. Frente al consumo se le dará prioridad a las políticas de salud pública, y no a la represión.

Colombia convocará una conferencia internacional para evaluar la efectividad de las políticas de drogas en el mundo en los últimos veinte años, y explorar alternativas al respecto.”[1]

Dada a la anterior declaración, dado el carácter vanguardista y humanista de nuestra colectividad política y frente a la atroz prolongación y profundización de los conflictos sociales, políticos, culturales y económicos que se derivan de la marcada inequidad social y de la producción, distribución y consumo de drogas en nuestro país, —no sobra llamar la atención una vez más, sobre la violencia descomunal que hemos padecido y seguimos padeciendo en el Valle del Aburrá por este problemática desde hace varias décadas- el autor de este proyecto considera prioritario que el Seminario departamental del PDA en Antioquia incluya en su Plan de acción una discusión urgente y una puesta en marcha de una nueva formulación —que más allá de una nueva declaración— proponga la consolidación de un movimiento ciudadano, que promueva una discusión nacional concreta y actualizada, sobre la necesidad de acabar y cambiar las políticas represivas y policiales que han fracasado en la lucha contra el narcotráfico, y esbozar nuevos caminos más lúcidos y más alejados de la moral reaccionaria que hasta el momento ha prevalecido y que no sólo no ha solucionado el problema sino que han contribuido a incentivar la violencia, la hipocresía y el puritanismo en estos temas.

* * *

Conceptos fundamentales que enmarcan este proyecto.

Brevemente se pueden esbozar las causas de la dramática situación en las ciudades colombianas así:

1) El conflicto armado —cuyo origen es la lucha por la tierra, la exclusión social, la inequidad y la política represiva del Estado; hechos todos, que se han prolongado por los intereses de oligarquías desde la época de Gaitán hasta hoy— ha generado grandes desplazamientos de miles de personas que huyen del hambre y de la violencia, personas que han buscado una nueva vida en las ciudades capitales y que sólo han encontrado más miseria y desolación.

2) El triunfo de las políticas neoliberales que se implantaron con mayor eficacia en la década de los 90 que acabó con cualquier vestigio de algún interés por lo público. Y de esta manera la educación, la salud y todas las garantías sociales se convirtieron en un negocio más para el lucro de los dueños del capital.

3) La prohibición puritana de la droga que engendró la mafia del narcotráfico. La vida mafiosa al encontrar una sociedad fracasada llena de desempleo, pobreza y manipulación mediática, encontró el terreno más propicio para sembrar sus raíces. La lucha por el monopolio del negocio de la producción y distribución de las drogas prohibidas por la sociedad de la hipocresía, inició un espiral de muerte descomunal que aún no se ha acabado.

Respecto de este último problema los gobiernos de las últimas décadas sólo han implantado las medidas represivas ordenadas por las políticas antidrogas de los EE.UU, con los funestos resultados que por lo demás son bastante evidentes.

El presente proyecto propone considerar las siguientes ideas para enmarcar la propuesta que se expondrá al final de este documento.

Un fragmento de la Sentencia No. C-221 de 1994. Magistrado Ponente: Dr. Carlos Gaviria Díaz.

“Libertad, educación y droga.
¿Qué puede hacer el Estado, si encuentra indeseable el consumo de narcóticos y estupefacientes y juzga deseable evitarlo, sin vulnerar la libertad de las personas? Cree la Corte que la única vía adecuada y compatible con los principios que el propio Estado se ha comprometido a respetar y a promover, consiste en brindar al conglomerado que constituye su pueblo, las posibilidades de educarse. ¿Conduce dicha vía a la finalidad indicada? No necesariamente, ni es de eso de lo que se trata en primer término. Se trata de que cada persona elija su forma de vida responsablemente, y para lograr ese objetivo, es preciso remover el obstáculo mayor y definitivo: la ignorancia.
[…] Poco sirven las prédicas hueras contra el vicio. Tratándose de seres pensantes (y la educación ayuda a serlo) lo único digno y eficaz consiste en mostrar de modo honesto y riguroso la conexión causal existente entre los distintos modos de vida y sus inevitables consecuencias, sin manipular las conciencias.
[…] Si, en una hipótesis meramente teórica -que la Corte no propicia ni juzga deseable- una sociedad de hombres educados y libres resuelve vivir narcotizada, nada ético hay que oponer a esa decisión. Pero si dichos supuestos se dan, es altamente probable que tal cosa no ocurra. La educación tiene por destinatario, idéntico sujeto que el derecho: el hombre libre. Los shocks eléctricos, los cortes quirúrgicos y los tratamientos químicos no educan, inducen conductas irresistibles y, en esa medida, niegan brutalmente la condición moral del hombre, que es lo único que nos distingue de los animales.
No puede, pues, un Estado respetuoso de la dignidad humana, de la autonomía personal y el libre desarrollo de la personalidad, escamotear su obligación irrenunciable de educar, y sustituir a ella la represión como forma de controlar el consumo de sustancias que se juzgan nocivas para la persona individualmente considerada y, eventualmente, para la comunidad a la que necesariamente se halla integrada.”[2]

Del filósofo francés Michel Serres, fragmentos de un artículo titulado Drogas.

“Los animales no se drogan. Sin duda están protegidos por sus aparatos instintivos. Bestias sin instinto, los hombres no hallan en sus automatismos biológicos algo que los proteja o los equilibre. Se encuentran lúcidos, arrojados en el tiempo y expuestos directamente a la muerte, a la inversa de los animales, que no tienen de ella ninguna percepción. La palabra existencia no significa otra cosa que distancia del equilibrio y falsa seguridad vertiginosa. No estamos nunca tranquilos.
Las drogas funcionan como protecciones contra las angustias asociadas a la muerte y al tiempo. Es decir, todos los hombres, en todos los momentos y bajo todas las latitudes se entregan a la droga. Esta conducta, entre muchas otras, nos distingue de las otras criaturas del reino animal. Aquellos seres extraordinarios que saben o pueden vivir sin las drogas los denominamos, según nuestras culturas, sabios, justos o santos.
[…] El hombre, universalmente, se droga. Podríamos aún preguntarnos si la toxicomanía no es aquello que lo define, al menos biológicamente. El hombre es un ser adicto. Determinadas drogas son admitidas por la sociedad o por la cultura que la anima. Por ejemplo: entre la ambición y el trabajo; el dinero y el periódico; las noticias y los remedios; los resultados deportivos y las cotizaciones de la bolsa de valores, algunas son consideradas como sinónimos de virtud. De suerte que, a menudo, aquellos que anuncian que van a luchar contra la droga aseguran regularmente su considerable dosis cotidiana. En estos temas es tan rara la inocencia como excepcional la santidad.
[…] Se nos presenta, entonces, como necesario distinguir el problema realmente ontológico de la droga de todos los desarrollos que ha conocido recientemente: todo el despliegue de fuerzas mundialmente catastrófico de la potencias financieras, policivas, políticas, penales, vienen, creo yo, del enceguecimiento de los países desarrollados que imitan la conducta norteamericana en estos temas, la cual es completamente puritana. Si siempre los hubiésemos seguido tontamente en materia de prohibiciones, el coñac hubiera remplazado a la heroína. El puritanismo es una conducta de simple exclusión. Los puritanos han creído, asiduamente, que se puede erradicar el mal y tirarlo al fuego. Piensan que, de esta manera, sólo el bien reinará.
[…] Desde que comenzó la guerra del presidente Bush las diferentes drogas han doblado su precio y, claro está, algunos bancos han aumentado aún más su poder mientras que en los pobres la sangre corre dos veces más.
[…] La prohibición concerniente al alcohol fue, en los Estados Unidos, el signo de una guerra que opuso el puritanismo anglosajón de los primeros inmigrantes que llegaron a ser ricos y poderosos, a la población miserable de los recién llegados de Europa del sur: griegos, italianos y yugoeslavos que bebían vino.
Así mismo, la guerra de la droga opone, hoy en día, los dominantes del mundo desarrollado, todos de cultura norteamericana, perdón, de subcultura, al Tercer Mundo que masca hojas de coca y, que las cultiva, porque los primeros derrumbaron el precio del cacao y del café. A los países de Occidente la tensión desaparecida con el Este no les da ya más la ocasión de batirse, por eso entablan un nuevo conflicto contra otros miserables. Los puritanos le tienen horror a los pobres.”[3]

Del escritor argentino Tomás Eloy Martínez, la última parte del artículo titulado Los desafíos de la cultura 'narco'.

“¿Es la despenalización la cura de todos los males? El lenguaje de las armas demostró su fracaso y la historia ya escribió su ejemplo más contundente cuando en los Estados Unidos se prohibió el consumo de alcohol durante los 13 años que duró la Ley Seca. La prohibición que comenzó el 17 de enero de 1920, lejos de hacer desaparecer el vicio, provocó la creación de un mercado negro del que surgieron todos los Al Capone, los Baby Face Nelson, los falsos héroes como Bonnie & Clyde y una legión de padrinos que sembraron el terror a sangre y fuego. Como era casi previsible, muy pronto la corrupción se apoderó de las conciencias policiales.
De los agentes encargados de velar por la prohibición, un 35% terminaron con sumarios abiertos por contrabando o complicidad con la mafia y, como era previsible, muy pronto aparecieron las estadísticas nefastas: 30.000 muertos y 100.000 personas resultaron víctimas de ceguera, parálisis y otras complicaciones por envenenamientos con el alcohol metílico y otros adulterantes, a los que recurrían los bebedores desesperados. En 1933, cuando Franklin D. Roosevelt derogó la Ley Seca, el crimen violento descendió dos tercios. En Estados Unidos no se acabaron los borrachos, pero desaparecieron los Al Capone.
El arma más efectiva contra los jefes del narcotráfico es arruinarles el negocio. Y la única vía posible para hundirlos es legalizando el consumo. No se trata de alentar el consumo, sino de controlarlo mejor, invirtiendo en campañas efectivas de salud pública.”[4]

Del periodista Antonio Caballero, un fragmento del libro Patadas de ahorcado.

“La única solución es legalizar el cultivo, el comercio y el consumo de las drogas. Lo único que puede resolver este problema ficticio es la legalización de todo el proceso. Así se podría, entre otras, ahorrar todo el dinero que se gasta en una represión inútil, en una represión que lo que produce son cada vez más adictos y más muertos por violencia relacionada con el narcotráfico, y dedicarlo a campañas de prevención y de educación en el uso de las drogas. Porque las drogas son dañinas, sí, claro, para el adicto. Pero mucho más dañina es la producción de las drogas, para el adicto y para todos los demás. Se suma el daño de las drogas mismas al daño de la prohibición.”[5]

* * *

Proyecto:

Propuesta

Crear un comité de impulso en Antioquia para el lanzamiento de una campaña de movilización ciudadana —liderada por el PDA— para la discusión y revisión de las políticas nacionales e internacionales de lucha contra las drogas y evaluación de una propuesta de legalización de la producción, distribución y consumo de las drogas en Colombia.


[1] Polo Democrático Alternativo, Estatutos e Ideario de Unidad, Serie documentos del Polo, Bogotá, 2007, p. 46.
[2] http://www.estudiosconstitucionales.com ... os/050.htm.
[3] Michel Serres, Drogas. Artículo publicado por la Revista ENFANT D´ABORD, Nº 137, París, 1990. Traducción castellana de Martha Pulido y Alberto Castrillón.
[4] Tomás Eloy Martínez, Los desafíos de la cultura 'narco'. En:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/ ... iopi_4/Tes
[5] Antonio Caballero, Patadas de ahorcado, Planeta, Bogotá, 2002, p. 30.
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